LAUDATIO
ENTREGA DE MEDALLAS DE HONOR DE LA ACADEMIA MÉDICO-QUIRÚRUGICA.
La Academia Médico Quirúrgica de Santiago de Compostela entrega la Medalla de Honor al:
PROFESOR D. VICENTE LORENZO-ZUÑIGA
SANTIAGO DE COMPOSTELA, NOVIEMBRE 2012
Es un placer y un honor para mí intentar hacer una laudatio del Profesor Vicente Lorenzo-Zúñiga, aunque es difícil, tratándose de alguien que ha sido profesor, mentor y jefe del que suscribe, no mezclar la objetividad de la biografía con la admiración, el respeto y el aprecio personal.
El Profesor Dr. D. Vicente Lorenzo Zúñiga nació en Santiago de Compostela, un 25 Mayo hace… unos pocos años. Profesionalmente ha estado siempre ligado, diríamos mejor íntimamente ligado, a esta ciudad, en cuya Universidad cursó los estudios de Medicina que finalizó con 24 años, allá por 1965. Durante ese período universitario ya fue Alumno Interno por oposición, adscrito a la cátedra de Patología General. En esta disciplina y las con ella relacionadas (Patología Médica y Medicina Interna, su versión asistencial) desarrollaría toda su dilatada vida profesional.
En el Hospital Clínico de Santiago se hizo especialista en Medicina Interna como Médico Interno, por oposición, especialidad que finalizó en 1968. También es especialista en Endocrinología, especialidad adquirida con posterioridad.
Desde entonces y en el ámbito asistencial, desarrolló su siempre labor en nuestro Hospital, que entonces era Hospital Clínico, después fue Hospital General y que ahora (tras un borgiano tiempo circular) vuelve a ser Hospital Clínico, primero como Adjunto Clínico, después como Jefe de Sección, y desde 1999 como Jefe de Servicio de Medicina Interna, hasta su reciente jubilación.
Como docente, y siempre en la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela, desarrolló una intensa labor académica, ininterrumpida desde 1965, cuando estaba recién graduado como Internista, y pasando por todos los estamentos del escalafón en base a méritos u oposición, primero como Ayudante de Clases Prácticas de Patología General, después como Profesor no Numerario (Profesor Adjunto Provisional, Profesor Adjunto Contratado, Profesor Encargado de Curso, Profesor Adjunto Interino, Profesor Agregado Interino) y finalmente como Profesor Adjunto de Universidad por oposición, desde 1982, transformado posteriormente en lo que hoy llamamos Profesor Titular de Universidad, inicialmente en la mencionada Patología General y más adelante en Patología Médica, en el Departamento de Medicina de nuestra Universidad.
En investigación, fue pionero en España, entre otros, en la determinación de factores como la vitamina B12 o el ácido fólico en las anemias carenciales, que fue el objeto de su tesis doctoral defendida cum laude en el año 1975, y en investigaciones sobre el bocio endémico en Galicia.
Sería difícil destacar una sola de las muchas cualidades personales y profesionales del Profesor Lorenzo Zúñiga. Como clínico, bastaría decir que ha sido el médico de cabecera de muchos colegas del hospital y de Galicia, y esos son gente que sabe elegir. No todo el mundo llega a ser médico de médicos. Los comentarios del Profesor Lorenzo Zúñiga siempre tuvieron ese especial sabor clínico que se basa en la historia y en la exploración de los pacientes, por encima de la tecnología y de las pruebas complementarias, sabor que tanto echamos hoy de menos cuando vemos intentos, vanos por cierto, de que la tecnología sustituya a la capacidad de pensar delante de un enfermo.
Como docente siempre destacó, desde sus principios profesionales, por su inequívoca vocación y su enorme capacidad didáctica, que todos sus mentores supieron ver, destacar, y aprovechar, de ahí su proyección y su carrera. Esa carrera la siguió y la consiguió, hay que decirlo aunque se sepa, sin ningún tipo de facilidad basada en apellido, tradición, u otro tipo de influencia diferente del esfuerzo personal.
Yo mismo tuve la fortuna de tenerlo de profesor, como decía al principio, de Patología Médica, en mis años mozos, y guardo de aquello un gratísimo recuerdo y esquemas mentales de esos que se fijan una vez y sirven para toda la vida, precisamente porque son útiles. Siempre recuerdo que los colegas médicos que habían sido compañeros suyos y que eran ahora padres de médicos residentes que venían a rotar a Medicina Interna, pedían que se les asignase con el Profesor Lorenzo Zúñiga, por algo será.
Durante todo ese tiempo de intensa actividad profesional, el Profesor Lorenzo Zúñiga tuvo ocasión de ver de todo. Me refiero a todo tipo de enfermos, de médicos y de profesores. De esa experiencia, de ese enorme poso, nos nutrimos en los años en los que estuvimos a su cargo en el hospital. Esa experiencia vital y profesional siempre estuvo mezclada con tranquilidad, pausa y una enorme bondad, bonomía, y lealtad (destaco la lealtad) que son otros rasgos innegables de su personalidad, no exenta de firmeza, cuando hizo falta.
Porque hay que decir que durante esos años pasaron por Santiago ilustres profesores, pero algunos sólo pasaron. Otros no sólo pasaron, sino que de verdad estuvieron y de los que influyeron positivamente en el Profesor Lorenzo Zúñiga, me atrevo a destacar, en sus inicios, al Profesor Garrido Peralta y al Profesor Alcalá Santaella, también por supuesto al Profesor Camilo Gallego, y más adelante, creo que incluso con más relación afectiva y auténtica y recíproca de maestro a discípulo y, al Profesor Domingo Espinós y al Profesor Emilio Barrio.
En todos esos años, un gran mérito, quizá el gran mérito del Profesor Lorenzo Zúñiga es que siempre ha estado ahí, como esa figura imprescindible que da continuidad en la institución y a la enseñanza de algo tan nuclear como la Patología Médica cuando (es verdad que eran otros tiempos), algunos de los que venían, se iban, y el tiempo que estaban tampoco mostraban demasiado interés. Por ello hay que agradecerle que siempre haya estado aquí, incluso venciendo la tentación en determinado momento de la historia de marcharse a Madrid. Bendita morriña, diríamos. Por algo su canción favorita (por cierto, de su impagable tesitura vocal no vamos a hablar) es Lonxe da Terriña.
En el servicio de Medicina Interna del Hospital Clínico Universitario tenemos que agradecerle el haberse hecho cargo de la jefatura en momentos muy difíciles, de tribulación, cuando probablemente él no tuvo nunca vocación de ello, porque eso que hoy llamamos “trepar” nunca fue lo suyo. Como jefe supo manejar un servicio entonces complicado, con un sabio dejar hacer, una sonrisa, una ironía, y de vez en cuando un bufido suave.
El Profesor Lorenzo Zúñiga se ha jubilado, pero sabemos que lo tenemos ahí para ese impagable consejo de experiencia al que me refería. De hecho, viene a vernos al hospital de vez en cuando y esperamos que así siga siendo. Sus hijos aquí presentes y su nieto llevan la herencia de su apellido (sus apellidos, en este caso) y lo que es más importante, también lo digo de ciencia propia, de su forma de ser. Lástima (digo egoístamente), que alguno de ellos, esta vez sí, se haya ido lonxe da terriña, pero a pesar de las raíces allá echadas, seguro que piensan en volver (quién sabe si así será alguna vez) y en cualquier caso siempre llevarán por ahí con orgullo, compartido por nosotros, esos apellidos y sin duda les darán brillo.
El Profesor Dr. D. Vicente Lorenzo Zúñiga, Tito (porque hay que señalar que lo primero que nos dijo cuando se hizo cargo de aquella jefatura es “recordad que yo sigo siendo Tito”) es, en resumen, un buen médico. Y cabe aquí más que nunca repetir aquí la frase de que “no se puede ser buen médico sin ser buena persona”. Y El Prof. Lorenzo Zúñiga, Tito, es un buen médico. Nada más y nada menos.